LOCOMOTORAS DE UN TREN QUE NO PASAN
POR RISARALDA.
Con el anuncio del
gobierno nacional de invertir 10 Billones de pesos en el sector de vivienda
durante los próximos cuatro años, queda clara la política que sobre la materia se llevará a cabo y se empieza
a dilucidar el panorama en este sector. El anuncio incluyó 5 puntos básicos,
así:
1. La
entrega de 100.000 nuevas viviendas gratis en ciudades intermedias.
2. El
apoyo a 100.000 familias, que ganen entre dos y cuatro salarios mínimos para
compra de vivienda (20 millones de subsidio entre apoyo a cuota inicial y amortización
de intereses).
3. La
figura de leasing habitacional para quienes pagan arrendo pero algún día esperan
adquirir vivienda.
4. 130.000
subsidios a la tasa de interés para clase media.
5. 86.000
viviendas para el programa VIPA de subsidio a la adquisición de vivienda para
familias con ingresos no mayores a los dos salarios mínimos.
El gobierno Colombiano
sigue apostando a la construcción como un pilar fundamental de su política de
expansión económica para los próximos años. Una política agresiva en este
aspecto podría ayudarle a sostener el crecimiento económico nacional toda vez
que emergen dos serios riesgos en el escenario global; por un lado el fin de la
política expansionista de la FED que dejará de inyectar dólares en la economía
debido a las señales de recuperación de la economía Norteamérica a pesar de
mantener sus tasas de intermediación casi en cero, y por otro la una tentativa desaceleración
de la economía china que ya está afectando los precios de los principales
comodities energéticos como el petróleo (principal exportación de Colombia) y
que ya ha registrado una seria baja en su cotización.
El sector minero energético
puede aportar una gran dinámica a la economía y soportar el aparato productivo
nacional a la vez que ayudan a la generación de empleo y el financiamiento de
la política social del estado, sin embargo es peligroso darle un papel protagónico
debido a las múltiples variables externas que lo pueden afectar, además de los
impactos ecológicos que tiene para nuestro territorio.
La construcción también
puede apoyar una expansión del producto interno bruto por su capacidad para
jalonar otros sectores económicos y los altos déficits de vivienda acumulados
por el país hasta el momento. Esta política podría ayudar a mantener un nivel
aceptable de crecimiento económico en momento en que la mayoría de las economías
de Suramérica se están desacelerando y
presentan panoramas complejos en el futuro cercano.
No obstante, estas dos
locomotoras pueden tener efectos adversos al interior de los territorios y
aunque aporten al crecimiento económico, poco aportarían al desarrollo de economías
locales más fuertes. Por un lado, la minería indiscriminada no solo puede tener
efectos negativos en los ecosistemas como la contaminación de fuentes hídricas,
el encarecimiento de los terrenos, el cambio del uso del suelo e incluso
conflictos sociales por el producido de estas vetas en donde como ya se ha
visto en algunas partes del país, se constituyen unos grupos de interés que
terminan por operar en la ilegalidad, e incluso financiando grupos al margen de
la ley. Por otro lado, el impulso de sectores intensivos en mano de obra como
la construcción, si bien es cierto que ayudan a mejorar indicadores de empleo, además
de beneficiar a algunas familias, poco aportan al necesario proceso de destrucción
creativa que requiere la economía colombiana para insertarse en el sistema económico
mundial, fomentan la expansión de los centros urbanos propiciando las
condiciones para una mayor migración del campo y subsidian una industria que ha
dado muestras de ser ineficiente, e incluso se puede terminar beneficiando a
oligopolios locales que acaparan las tierras construibles y alteran los costos
reales de la construcción generando una burbuja inmobiliaria.
Estos dos sectores,
poco aportan a la generación directa de una dinámica empresarial que cambien la
estructura primario exportadora de la mayoría de los territorios, al
mejoramiento de su productividad y a la generación de ventajas competitivas que
nos lleven a multiplicar tanto el comercio interior, como el comercio exterior
y creen las condiciones de vida necesarias para nuestra población. Incluso hoy
cuando el país tiene un crecimiento amplio y sostenido, nuestro departamento es
uno de los más afectados por el desempleo, tiene una estructura empresarial
espuria y siguen siendo pan de cada día la migración forzosa y el subempleo,
sectores estratégicos reciben apoyos que no pasan de pequeños subsidios y no se
fomentan la verdadera transformación productiva.
Risaralda cuenta con
las capacidades para crear todo un polo de desarrollo en el centro del país,
soportado en una caficultura de valor agregado, una industria turística multifacética,
un sector de servicios importante y un aparato industrial robusto, sin embargo
requiere un impulso del gobierno central que permita generar las condiciones
adecuadas para su desarrollo, no de cortos estímulos que terminan por ser paliativos
a una realidad que supera dichos apoyos.
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