domingo, 2 de noviembre de 2014

LOCOMOTORAS DE UN TREN QUE NO PASAN POR RISARALDA.

Con el anuncio del gobierno nacional de invertir 10 Billones de pesos en el sector de vivienda durante los próximos cuatro años, queda clara la política  que sobre la materia se llevará a cabo y se empieza a dilucidar el panorama en este sector. El anuncio incluyó 5 puntos básicos, así:

1.      La entrega de 100.000 nuevas viviendas gratis en ciudades intermedias.
2.      El apoyo a 100.000 familias, que ganen entre dos y cuatro salarios mínimos para compra de vivienda (20 millones de subsidio entre apoyo a cuota inicial y amortización de intereses).
3.      La figura de leasing habitacional para quienes pagan arrendo pero algún día esperan adquirir vivienda.
4.      130.000 subsidios a la tasa de interés para clase media.
5.      86.000 viviendas para el programa VIPA de subsidio a la adquisición de vivienda para familias con ingresos no mayores a los dos salarios mínimos.

El gobierno Colombiano sigue apostando a la construcción como un pilar fundamental de su política de expansión económica para los próximos años. Una política agresiva en este aspecto podría ayudarle a sostener el crecimiento económico nacional toda vez que emergen dos serios riesgos en el escenario global; por un lado el fin de la política expansionista de la FED que dejará de inyectar dólares en la economía debido a las señales de recuperación de la economía Norteamérica a pesar de mantener sus tasas de intermediación casi en cero, y por otro la una tentativa desaceleración de la economía china que ya está afectando los precios de los principales comodities energéticos como el petróleo (principal exportación de Colombia) y que ya ha registrado una seria baja en su cotización.
El sector minero energético puede aportar una gran dinámica a la economía y soportar el aparato productivo nacional a la vez que ayudan a la generación de empleo y el financiamiento de la política social del estado, sin embargo es peligroso darle un papel protagónico debido a las múltiples variables externas que lo pueden afectar, además de los impactos ecológicos que tiene para nuestro territorio.

La construcción también puede apoyar una expansión del producto interno bruto por su capacidad para jalonar otros sectores económicos y los altos déficits de vivienda acumulados por el país hasta el momento. Esta política podría ayudar a mantener un nivel aceptable de crecimiento económico en momento en que la mayoría de las economías de Suramérica se están desacelerando  y presentan panoramas complejos en el futuro cercano.

No obstante, estas dos locomotoras pueden tener efectos adversos al interior de los territorios y aunque aporten al crecimiento económico, poco aportarían al desarrollo de economías locales más fuertes. Por un lado, la minería indiscriminada no solo puede tener efectos negativos en los ecosistemas como la contaminación de fuentes hídricas, el encarecimiento de los terrenos, el cambio del uso del suelo e incluso conflictos sociales por el producido de estas vetas en donde como ya se ha visto en algunas partes del país, se constituyen unos grupos de interés que terminan por operar en la ilegalidad, e incluso financiando grupos al margen de la ley. Por otro lado, el impulso de sectores intensivos en mano de obra como la construcción, si bien es cierto que ayudan a mejorar indicadores de empleo, además de beneficiar a algunas familias, poco aportan al necesario proceso de destrucción creativa que requiere la economía colombiana para insertarse en el sistema económico mundial, fomentan la expansión de los centros urbanos propiciando las condiciones para una mayor migración del campo y subsidian una industria que ha dado muestras de ser ineficiente, e incluso se puede terminar beneficiando a oligopolios locales que acaparan las tierras construibles y alteran los costos reales de la construcción generando una burbuja inmobiliaria.

Estos dos sectores, poco aportan a la generación directa de una dinámica empresarial que cambien la estructura primario exportadora de la mayoría de los territorios, al mejoramiento de su productividad y a la generación de ventajas competitivas que nos lleven a multiplicar tanto el comercio interior, como el comercio exterior y creen las condiciones de vida necesarias para nuestra población. Incluso hoy cuando el país tiene un crecimiento amplio y sostenido, nuestro departamento es uno de los más afectados por el desempleo, tiene una estructura empresarial espuria y siguen siendo pan de cada día la migración forzosa y el subempleo, sectores estratégicos reciben apoyos que no pasan de pequeños subsidios y no se fomentan la verdadera transformación productiva.

Risaralda cuenta con las capacidades para crear todo un polo de desarrollo en el centro del país, soportado en una caficultura de valor agregado, una industria turística multifacética, un sector de servicios importante y un aparato industrial robusto, sin embargo requiere un impulso del gobierno central que permita generar las condiciones adecuadas para su desarrollo, no de cortos estímulos que terminan por ser paliativos a una realidad que supera dichos apoyos.


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